El Consejo de Ministros ha aprobado hoy la financiación, 38 millones
de euros en diez años, de la participación de España en el proyecto del
telescopio gigante europeo E-ELT, que se instalará en Chile. Es el
último país del Observatorio Europeo Austral (ESO)
en confirmar su participación en este programa desde que lo hizo el
anterior, Portugal, en mayo del año pasado. De no haber participado en
el E-ELT, las empresas españolas no podrían aspirar a los contratos de
construcción del nuevo observatorio ni los científicos habrían tenido
acceso al mismo como investigadores de un país miembro del ESO.
Las obras en Cerro Armazones, el lugar elegido el Chile para la
ubicación del E-ELT, han comenzado ya y se inaugurarán oficialmente el
próximo 19 de junio. El coste total del proyecto asciende a unos 1.100
millones de euros y el plan es que esté operativo para los astrónomos en
2024. Se trata de un telescopio gigante, con espejo principal de 39
metros de diámetro (la generación actual ronda los 10 metros). Será el
telescopio óptico/infrarrojo más grande el mundo, mayor que el de 30
metros planeado por Estados Unidos para su ubicación en el observatorio
de Mauna Kea (Hawai). Estas dos enormes máquinas científicas están
destinadas a competir científicamente y protagonizarán gran parte de la
astronomía internacional en la próxima década.
España entró a formar parte del ESO en 2006, con décadas de retraso desde la fundación, en 1962, de este organismo científico europeo de primerísima línea internacional. Su contribución anual (las cuotas de cada país se definen por su PIB) asciende a casi 11 millones de euros. Dado que con el presupuesto normal, el ESO no puede acometer la construcción del E-ELT, los países miembros aprobaron realizar contribuciones específicas añadidas sobre su cuota para este proyecto. Si España no hubiese entrado finalmente en el programa, se había barajado la posibilidad de reducir su cuota pero quedando fuera del E-ELT sus empresas y actividades científicas. |
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